Mañana vacías.

Luces del amanecer golpean mis pupilas,

silencio campestre se deja escuchar,

sol dorado, tibio, cálido y brillante,

que enternece mi piel.

Brisa fría, refresca mis instantes,

aves cantan… voces se dejan escuchar…

melodías del hoy que avivan mis emociones,

de esperar.

Horas pasan…minutos, segundos,

como cuan insecto sin detenerse,

se deslizan sobre la superficie del aire.

Mis manos escriben palabras comunes,

las que suelo grabar con facilidad,

 crea vocablos como si de ellas dependiera,

pero… pero no es asi…

El dios ha salido, su calor me protege,

me enardece en tan fresca mañana.

Automóviles pasan… Voces de dejan escuchar…

Mis ojos duelen.

Escalofríos cubren mi ser,

como alertándome, que algo va suceder.

pero solo es intuición, la que acostumbro a sentir,

cada día con más intensidad.

Me aferro a la soledad, como si fuese ella, la incomprensible,

 tan sola, tan silente entre el ambiente,

solo una especie que se unió a su propia realidad.

Es más… estoy aquí con el tibio calor,

que me resguarda del frio matutino,

y me cuida en la espera de hallar el preciso instante,

para vivir lo que el tiempo me quiere propiciar.